La disfunción orgásmica en los hombres

El artículo presenta los resultados del examen de 85 pacientes masculinos con alteraciones o falta de sensaciones o disfunción orgásmica durante el coito o en formas sustitutivas de la actividad sexual (masturbación, caricias profundas y otras) en el contexto de los trastornos del deseo sexual. Se presentan medidas razonables de tratamiento y rehabilitación desarrolladas teniendo en cuenta la estructura de los trastornos mentales y sexuales.

Premisas de la disfunción orgásmica

La fenomenología de la esfera sexual, incluidas las manifestaciones de la sexualidad como la «libido» y el «orgasmo», ha sido estudiada por muchos autores en la literatura. Se describieron sobre todo las características de estos fenómenos en términos de fuerza, saturación y brillo. Hay un número considerablemente menor de obras dedicadas a las peculiaridades de su formación, la influencia mutua, los componentes fisiológicos y psiquiátricos, las similitudes y diferencias en hombres y mujeres, y los aspectos clínicos y terapéuticos de los trastornos del deseo sexual y el orgasmo.

La estrecha relación entre los componentes fisiológicos y psiquiátricos en la aparición y las características del orgasmo ha sido señalada por muchos especialistas. Vasilchenko propone una interpretación sistémica de los mecanismos del orgasmo, distinguiendo los niveles cerebral y segmentario de la unidad funcional. Este concepto ayuda en cierta medida a explicar una serie de disociaciones entre la sensación subjetiva de placer sexual, el alivio de la tensión sexual y las manifestaciones fisiológicas, en particular la eyaculación en los hombres (eyaculación sin orgasmo, orgasmo sin eyaculación). El autor considera el orgasmo en norma como el acto psicofisiológico integral formado por muchas manifestaciones dispares, destacando el papel principal del orgasmo en la fijación de la fusión, en la intimidad de los componentes involuntarios de orden biológico, por un lado, y las manifestaciones personales individuales de orden conductual, por otro.

Así, en el marco de la concepción sistémica del orgasmo de Vasilchenko, teniendo en cuenta la posibilidad de diferencias transitorias en el estado funcional de los niveles segmentarios y cerebrales, a algunos autores les parece un poco esquemático y condicional considerar las sensaciones orgásmicas masculinas como distinguidas por la constancia y la relativa simplicidad relacionadas con la eyaculación que dependen de un proceso puramente mecánico – el paso del eyaculado a través de las bocas estrechas de los conductos eyaculadores y se producen casi siempre.

A su vez, H. Kaplan (4) propuso un modelo trifásico de los trastornos sexuales en el que considera que el ciclo de las reacciones sexuales humanas consta de tres fases: atracción, excitación y orgasmo. Al hablar de la naturaleza y las causas de las disfunciones sexuales, Kaplan (4) señala, en efecto, las tres fases del ciclo humano de las reacciones sexuales. En realidad, Kaplan [4] distingue dos variantes de trastornos del orgasmo en el hombre: la eyaculación precoz y la retardada, que representan, a juicio del autor, respectivamente la falta de control voluntario de la reacción al orgasmo, cuando el pico de excitación sexual llega demasiado rápido, y viceversa el control involuntario excesivo.

En opinión de Vasilchenko en la formación del impulso sexual del hombre intervienen los mismos niveles que en la formación del orgasmo, pero el grado de participación de cada uno de ellos es diferente. Si en el orgasmo los mecanismos supraespinales (cerebrales)desempeñan un papel de instancias realizando principalmente la percepción sensorial de las fases finales del orgasmo y su estimación, en la formación de la libido precisamente las formaciones cerebrales realizan todas las tareas principales a lo largo de todo el ciclo vital.

La importancia del orgasmo no se limita al papel de motivo inductor del coito. Se basa en un reflejo incondicionado que refuerza toda la secuencia precedente de reacciones sexuales, incluidas las mediadas por el impulso sexual, formando a partir de una multitud de manifestaciones dispares un acto psicofisiológico coherente. En esta consolidación de los componentes involuntarios del orden biológico que se fusionan en el proceso de la intimidad, por un lado, y de las manifestaciones personales individuales del orden conductual, por otro, reside el papel principal del orgasmo.

La disminución del placer orgásmico, junto con la disfunción eréctil y la libido, es una de las quejas predominantes de los pacientes que buscan atención sexológica (5, 6, 10). Los médicos somáticos a los que acuden los pacientes a menudo pasan por alto o no reconocen los trastornos afectivos, que son predominantemente la causa de los trastornos de la libido y el orgasmo.

Estos pacientes suelen presentar trastornos afectivos de tipo somatizado, subdepresivo y asténico, lo que explica su falta de contacto con los psiquiatras. En este contexto, a menudo se prescriben a los pacientes hormonas, antiinflamatorios, suplementos y vitaminas que resultan ineficaces. El objetivo del presente estudio es analizar las peculiaridades de la formación y el cuadro clínico de las disfunciones orgásmicas en los hombres como parte de diversos trastornos psiquiátricos, su interrelación con el trastorno de la libido y desarrollar un complejo de medidas terapéuticas.

Material y métodos de investigación

Se examinaron 85 hombres de entre 22 y 55 años (edad media de 37,3 ± 13,9) que acudieron al Departamento de Sexología y Terapia de Disfunción Sexual. Se obtuvo el consentimiento informado de cada paciente. La indicación por la que se incluyó a los pacientes en el grupo de estudio fue la alteración o ausencia de sensación orgásmica durante el coito o durante formas sustitutivas de actividad sexual (masturbación, caricias profundas y otras). Para el estudio se utilizó un método clínico-sexológico. Los trastornos de los pacientes se diagnosticaron según la CIE-10 en función del trastorno principal. Para comparar los rasgos clínicos y psicopatológicos característicos de las disfunciones orgásmicas en el marco de las diferentes variantes de la patología psiquiátrica en el fondo de los trastornos del impulso sexual, los pacientes se dividieron en seis grupos según los criterios diagnósticos de la CIE-10. El primer grupo incluía 16 pacientes (13,6%) en los que las disfunciones orgásmicas se producían en los trastornos neuróticos (neurastenia – 7 (5,95%), somatización – 4 (3,4%), e hipocondría – 5 (4,25%)). El segundo grupo incluía 11 pacientes (9,35%) en los que se observaron disfunciones orgásmicas dentro de los trastornos afectivos (trastornos de adaptación (reacciones de ansiedad y depresión prolongadas y mixtas) – 8 (6,8%), y distimia – 3 (2,55%)). Un tercer grupo estaba formado por pacientes con disfunción orgásmica como parte del trastorno esquizotípico: 20 (17%). El cuarto grupo estaba formado por pacientes con disfunción orgásmica en el marco de trastornos específicos de la personalidad: 12 (10,2%). El quinto grupo estaba formado por pacientes con disfunción orgánica en un contexto de trastornos orgánicos: 15 (12,75%). El sexto grupo incluía pacientes con disfunción orgásmica en los trastornos del comportamiento sexual – 11 (9,35%) en el contexto de los trastornos del desarrollo sexual

Resultados y discusión

En el primer grupo de neurastenia las disfunciones orgásmicas estaban representadas principalmente por la disminución de la luminosidad de las sensaciones orgásmicas en el fondo del sobreesfuerzo constante con las quejas de letargo, debilidad, mal sueño. Sólo se observó una disfunción orgásmica combinada con otras disfunciones sexuales en el fondo de la libido, manifestada por la reducción de la frecuencia de los contactos íntimos, para los que «no quedaba energía».

La principal queja de los pacientes con trastornos somatizados, junto con las disfunciones orgásmicas y libidinales, era el dolor de distinta localización. Estos dolores tenían el carácter de psicalgia: su aparición y gravedad dependían del estado mental. Son de corta duración, variables, de localización variable y se combinan con manifestaciones autonómicas y pseudoneurológicas. El cuadro clínico también se caracteriza por síntomas ansiosos y depresivos leves. La coitalgia, la relación sexual dolorosa, desempeña un papel destacado en el cuadro clínico de los trastornos somatizados.

Al mismo tiempo, las principales estrategias de comportamiento sexual en la mayoría de los pacientes con trastornos somatizados son de carácter desadaptativo. Algunos pacientes muestran una disminución de su ritmo fisiológico condicionado o un rechazo a las relaciones sexuales. Las disfunciones sexuales se manifestaron por sensaciones dolorosas durante el coito acompañadas de palidez de los orgasmos y disfunción eréctil con disminución de la libido. La fijación patológica y la expectativa ansiosa de la posible aparición de estas sensaciones «desagradables» conducen a la disminución del estado de ánimo y se acompañan de sintomatología vegetativa.

La aparición de trastornos hipocondríacos neuróticos con un patrón temático sexual puede estar causada por factores con una conexión psicógena con la esfera sexual. La estructura de la patología sexual está dominada por las disfunciones orgásmicas combinadas. Los pacientes, para obtener una confirmación de sus creencias sobre la presencia de la enfermedad, siguen constantemente las exhibiciones sexuales que llevan a la desautomatización de las reacciones sexuales.

Las disfunciones sexuales se manifiestan inicialmente como erecciones inestables, seguidas de una disminución de la libido y de la gravedad de las sensaciones orgásmicas, hasta el punto de no poder alcanzar el orgasmo. Los mecanismos de la disfunción orgásmica en estos pacientes eran similares a los observados en los trastornos somáticos.

En el segundo grupo de pacientes con reacciones depresivas, reacciones ansiosas y depresivas prolongadas y mixtas resultantes de diversos factores psicotraumáticos (muerte de una persona cercana, divorcio de la esposa, ruptura con la mujer amada, enfermedades venéreas, pérdida del trabajo, conflictos interpersonales regulares con la esposa, fricción e insatisfacción constantes de la dirección en el trabajo y amenaza de perderlo) se observaron los trastornos sexuales en forma de orgasmos debilitados en el fondo de la reducción de los orgasmos sexuales.

En la distimia, las disfunciones sexuales en forma de disminución del brillo de los orgasmos, la falta de satisfacción después del orgasmo se producen en el contexto de largos períodos de bajo estado de ánimo y fatiga, irritabilidad, depresión, anhedonia y una sensación de mala salud física. Incluso los periodos de relativa mejoría del estado de ánimo, que a veces duraban varias semanas, no llevaban a la recuperación de la función sexual. Entre las disfunciones orgásmicas, se observó en todas una combinación de disminución de la libido y erecciones inadecuadas.

En los pacientes con trastornos del estado de ánimo, la disfunción orgásmica estaba relacionada con la gravedad de los síntomas depresivos.

En un tercer grupo de pacientes con disfunciones orgásmicas esquizotípicas, suelen citar como causa de su disfunción sexual una «infección» que no pueden identificar, una masturbación que les ha causado daño, un posible traumatismo por «manipulación descuidada y brusca de sus genitales» por parte de una mujer, resfriados que han tenido en la infancia, Buscan la causa de los trastornos depresivos prolongados característicos de estos pacientes en las dolencias somáticas.

En algunos pacientes el cuadro clínico estaba dominado por fenómenos obsesivo-compulsivos, a menudo acompañados de trastornos depresivos. Además de las fobias inmotivadas que surgen antes del inicio de las relaciones sexuales, se observaron con frecuencia dudas constantes sobre las acciones ya realizadas, así como temores y vacilaciones sobre las próximas, alcanzando el nivel de ambivalencia y hasta de ambivalencia. Por ejemplo, los afectados atribuyen su falta de pareja sexual y su restricción a la hora de iniciar relaciones y tener contactos sexuales regulares al miedo a contraer una enfermedad de transmisión sexual. Con el tiempo, estos fenómenos se vuelven cada vez más inertes, su contenido es cada vez más absurdo. El componente de lucha (superar las compulsiones) está completamente ausente.

Los trastornos sexuales estaban representados tanto por la reducción y la ausencia de sensaciones orgásticas en una combinación con el deterioro de la libido, como por la desaparición o la distorsión aislada, que se manifiesta, por regla general, en la pubertad, de las sensaciones orgásticas solamente. En los pacientes con trastornos combinados, el componente psíquico de la libido, a menudo basado en fantasías eróticas alejadas de la realidad, se debilita rápidamente y se desactualiza.

Las fantasías autistas inherentes a estos pacientes se vuelven cada vez más abstractas y alejadas de la realidad con el paso del tiempo. La perturbación orgásmica resultante es el resultado de la discrepancia entre las fantasías eróticas de la masturbación y las sensaciones del coito. Por ello, los pacientes prefieren la masturbación a las relaciones sexuales con parejas reales.

Existe un número importante de pacientes con trastornos orgásmicos aislados. No es infrecuente que los pacientes se fijen precisamente en las alteraciones orgásmicas, insistiendo sólo en esta formulación temática de sus quejas y, negando la presencia de cualquier problema psiquiátrico, exigiendo la devolución de su agudeza sensorial perdida. Visitando a varios especialistas, médicos y paramédicos, estos pacientes acuden al psiquiatra como último recurso, al no encontrar la ayuda y comprensión adecuadas, habiéndose desilusionado con todas las técnicas ofrecidas.

Las alteraciones del orgasmo en pacientes con trastornos esquizotípicos se asociaron con un aumento de los síntomas negativos.

Los trastornos específicos de la personalidad del grupo cuatro se caracterizaban por reacciones y estados conductuales y afectivos sostenidos que definían el estilo de vida del paciente. Sus disfunciones sexuales se manifiestan con trastornos orgásmicos comórbidos, en su mayoría con una libido anormal.

Se desarrollan en un contexto de descompensación reactiva de los rasgos de personalidad característicos de ese tipo de trastorno de la personalidad y se acompañan de un aumento de los síntomas de ansiedad y depresión. Los pacientes con trastorno esquizoide de la personalidad (4 (3,4%)), con su característica frialdad emocional y planitud afectiva, tienen un interés inherentemente bajo en las relaciones sexuales. La personalidad descompensada, combinada con un aumento de los síntomas depresivos y ansiosos, conduce a la disfunción sexual, que en la mayoría de los casos se manifiesta por trastornos orgásmicos en combinación con trastornos eréctiles y de la libido.

Las disfunciones sexuales en los pacientes con trastorno anankásico de la personalidad (5 (4,25%)) se producen en un contexto de descompensación de los mismos con aumento de la ansiedad y de los síntomas depresivos. En algunos casos, la adhesión patológica a las convenciones y el hecho de ignorar los deseos de la pareja, o la desatención de la pareja a las insistentes formas inaceptables de actividad sexual que van surgiendo, conducen a una disminución de la actividad sexual.

Los sentimientos constantes de tensión y el miedo a un posible fracaso sexual, combinados con pensamientos de falta de atractivo personal y externo y una mayor sensibilidad a las críticas, contribuyen a una descompensación bastante leve en la esfera sexual en los pacientes con trastorno de ansiedad (3 (2,55%)). Estos pacientes experimentan dificultades para iniciar relaciones sexuales y para establecer relaciones de cualquier tipo con el sexo opuesto. El miedo al fracaso conduce a la frustración orgásmica en forma de eyaculación retardada y acelerada con una pálida sensación orgásmica.

El quinto grupo estaba formado principalmente por pacientes con antecedentes de aterosclerosis cerebral, traumatismos craneoencefálicos, epilepsia, accidentes cerebrovasculares y otros síndromes cerebrales orgánicos (13, 15). Todos los pacientes presentaban alteraciones orgásmicas concomitantes. En 3 pacientes (2,55%), la disfunción orgásmica estaba representada por una reducción o desaparición de las sensaciones orgásmicas sobre un fondo de depresión monótona y monótona en el cuadro clínico consintomatología hipocondríaca. En 5 pacientes (4,25%) con marcadas alteraciones vasculares cerebrales ateroscleróticas las alteraciones sexuales se acompañaron de experiencias ansiosas con llanto y reacciones de debilidad. Siete (5,95%) de los pacientes con epilepsia diferían en el cuadro clínico de su disfunción sexual. Dos (1,7%) llamaron la atención sobre el contraste entre un alto nivel de libido y la ausencia de liberación orgásmica. La disfunción orgásmica en 3 (2,55%) pacientes con epilepsia se asoció con labilidad afectiva, explosividad, estado de ánimo disfórico, agotamiento rápido y, a veces, alteraciones de la memoria. En el grupo descrito 2 pacientes (1,7%) que también sufrían de epilepsia evitaban las relaciones íntimas en general, explicándolo por el hecho de que el orgasmo y la vida sexual en diferente medida en cada uno de ellos requería demasiado esfuerzo y energía, y los trastornos sexuales en estos casos se acompañaban de estado de ánimo deprimido, irritabilidad, melancolía, ansiedad y síntomas Todo el grupo con trastornos orgánicos tenía un grado variable de síndrome psico-orgánico, dentro del cual estaba presente la disfunción orgánica. En las disfunciones orgásmicas se observaron comorbilidades en todos los pacientes del grupo 6 con disfunciones orgásmicas junto con disfunciones sexuales.

Las principales causas de las disfunciones sexuales eran orgánicas, endocrinas, constitucionales, sociogénicas, psicogénicas y mentales. Se observó un desarrollo psicosexual prematuro en 4 pacientes (3,4%). La génesis mixta de los trastornos sexuales tenía componentes tanto orgánicos como psicógenos. Un factor orgánico en forma de afección congénita o precoz de las estructuras cerebrales profundas, manifestado por una disminución de los umbrales de excitabilidad de las formaciones nerviosas que proporcionan el orgasmo con la eyaculación, estaba presente en todos los pacientes examinados. En estos pacientes el despertar temprano y el desarrollo posterior de la sexualidad se produjo con un refuerzo orgásmico constante.

Un factor psicogénico en este caso fue la presencia de una historia temprana de acoso y abuso por parte de adultos, a menudo con la imposición de formas no estándar de actividad sexual. Los pacientes descritos en este caso habían acudido a un sexólogo principalmente porque no podían alcanzar el orgasmo en las formas tradicionales de actividad sexual (coito).

Utilizaban formas sustitutas y no podían adaptarlas ellas mismas en la vida íntima con una pareja. Siete pacientes (5,95%) presentaban un retraso en el desarrollo sexual. De ellas, cuatro (3,4%) no sentían necesidad de mantener relaciones sexuales a pesar de su madurez hormonal, señalando una falta de libido, y tres (2,55%) experimentaban una aversión a las relaciones sexuales, en caso de orgasmo no tenían sensación de satisfacción, manteniendo una «agitación nerviosa interna» sin connotación sexual.

Las alteraciones orgánicas en estos pacientes fueron causadas tanto por síntomas orgánicos como por desarmonía e inmadurez de la libido. El tratamiento y las medidas de rehabilitación para los pacientes con disfunción orgásmica y trastornos del deseo sexual (12) constan de tres etapas y son de naturaleza integral. Las tácticas terapéuticas tienen en cuenta el papel determinante de la patología psiquiátrica y los factores que intervienen en su formación y que fueron identificados en el curso del estudio. La primera etapa de la terapia, por lo tanto, se centra en la psicofarmacoterapia y la psicoterapia. La secuencia y el alcance de estas medidas dependen de la naturaleza de la patología psiquiátrica. A la hora de seleccionar los fármacos psicotrópicos, se tienen en cuenta las manifestaciones clínicas de los trastornos mentales.

Para evitar su efecto negativo sobre la función sexual, los fármacos se prescriben en dosis terapéuticas pequeñas y medianas y, a ser posible, se seleccionan aquellos que no tienen efectos secundarios sobre la actividad sexual o son mínimos. Dado que los trastornos afectivos desempeñan un papel importante en el desarrollo de la disfunción orgásmica en estos pacientes, los fármacos de elección son los antidepresivos, que se prescriben en diferentes cursos en función de la estructura psicopatológica de los trastornos psiquiátricos.

En el grupo de pacientes con trastornos neuróticos, el tratamiento se inicia con psicoterapia, y cuando los síntomas psicopatológicos son estables, se prescriben medicamentos psicotrópicos, cuya elección viene determinada por la gravedad y las características de la sintomatología neurótica.

A los pacientes con reacciones depresivas prolongadas y distimia se les prescriben antidepresivos de efecto equilibrado o estimulante, según el afecto principal, mientras que a los que presentan reacciones ansiolíticas-depresivas se les administra un antidepresivo sedante o tranquilizante. A los pacientes con neurastenia, trastornos somatizados e hipocondríacos, trastornos específicos de la personalidad y trastorno esquizotípico se les prescriben antidepresivos, según el afecto subyacente, en combinación con neurolépticos. Los neurolépticos en los trastornos neuróticos se prescriben en dosis bajas, mientras que en los trastornos específicos de la personalidad y el trastorno esquizotípico se prescriben dosis medias. Su elección tiene en cuenta tanto su efecto activador como su eficacia en el tratamiento de los sentimientos patológicos.

En los trastornos orgánicos, el tratamiento debe dirigirse principalmente al trastorno del sistema nervioso central correspondiente, con la inclusión de estimulantes neurometabólicos en el régimen de tratamiento. Otros psicofármacos, incluidos los timoanalépticos, se utilizan principalmente con fines sintomáticos. Se recomienda el uso de antidepresivos con buena tolerancia. En la epilepsia, los antidepresivos se prescriben en un contexto de terapia antiepiléptica, con la precaución de no bajar el umbral de actividad paroxística, con un aumento gradual de la dosis.

En el caso de los trastornos del comportamiento sexual, en función de la estructura psicopatológica de la afección, se lleva a cabo la terapia del trastorno psiquiátrico correspondiente.

El trabajo psicoterapéutico con los pacientes comienza en la primera visita, continúa a través de todas las etapas del tratamiento y las medidas de rehabilitación y se basa en diferentes métodos de intervención psicoterapéutica (racional con elementos de terapia cognitiva y conductual, relajación y sugestión)

En la primera etapa, el paciente es conducido gradualmente hacia la conveniencia de tomar medicamentos psicotrópicos como parte esencial del complejo de medidas terapéuticas y de rehabilitación. Los hechos de la ineficacia del tratamiento que previamente han dado los médicos de otras especialidades se utilizan en un sistema de conversaciones psicoterapéuticas para convencer al paciente de la presencia de una patología mental y de la necesidad de su corrección. Como en muchos casos los conflictos interpersonales entre los cónyuges preceden al desarrollo de las disfunciones sexuales o se desarrollan después de que hayan surgido los problemas sexuales, las relaciones sexuales familiares también son objeto de medidas psicoterapéuticas.

La función sexual se realiza adecuadamente en el proceso de interacción estrecha con la otra persona. Por lo tanto, cualquier disfunción en la relación de pareja puede tener un impacto negativo en el funcionamiento sexual del individuo. Se utilizan las técnicas de la psicoterapia familiar y conyugal para abordar los problemas de interacción interpersonal con la pareja. El objetivo de la aplicación de estas técnicas de psicoterapia es mejorar el ajuste mutuo de la pareja.

Para llevar a cabo esta tarea, se identifican los principales patrones de comportamiento que conducen a un aumento de las tendencias negativas en la relación de pareja. Ayudarles a desarrollar y consolidar en la práctica formas de comunicación más productivas entre ellos; aumentar el nivel de comunicación entre los socios, lo que facilita su transición de la confrontación a la cooperación, así como aumentar la comprensión y la confianza mutuas, la apertura para expresar sus propios sentimientos y deseos hacia el otro.

El trabajo con la pareja en paralelo a la psicoterapia individual crea claras condiciones previas para una interacción sexual más armoniosa entre los miembros de la pareja. Al final de la primera etapa, las erecciones espontáneas se restablecen y son más frecuentes, mientras que el estado de ánimo y el sueño mejoran, la actividad aumenta y la ansiedad y los síntomas somatovegetativos se reducen. En este contexto, surge el interés por las relaciones sexuales.

Se puede rastrear la tendencia a la nivelación gradual de las sensaciones patológicas en la zona genital (pérdida de sensibilidad, sensaciones dolorosas), pero aún persisten. Estos pacientes reconocen como resultado positivo la mejora del estado de ánimo y el aumento de la actividad. Los pacientes con un trastorno específico de la personalidad, los trastornos esquizotípicos y los hipocondríacos son menos susceptibles de terapia, debido a la naturaleza de su estructura sindrómica. Es deseable la participación de un socio benévolo en el tratamiento. Se emplean con la pareja ejercicios y técnicas sexterapéuticas adecuadas según H. Kaplan.

En el retraso la corrección psicoterapéutica incluye la enseñanza de los estereotipos de comportamiento de las etapas y fases del desarrollo psicosexual distorsionadas o saltadas.

En este grupo prevalecen los pacientes que no sólo no tienen una pareja permanente, sino que además no tienen idea de cómo navegar por su elección. En consecuencia, se practica con ellos un modelo de comportamiento que comienza con la identificación del objeto de búsqueda, el conocimiento, el cortejo platónico, el paso a la fase erótica y su realización.

En la segunda etapa de la terapia, a medida que se reduce la sintomatología psicopatológica en los pacientes con una dinámica positiva tanto de los síntomas psicopatológicos como de los sexopatológicos, se reducen gradualmente las dosis de los fármacos. Con una reducción significativa de los síntomas psicopatológicos, se añaden ayudas de adaptación al régimen de tratamiento para una reducción completa de los síntomas asténicos y un aumento de la actividad sexual. Para ello, se administran adaptógenos en combinación con multivitaminas y agentes metabólicos durante 3-4 semanas. Si no hay síntomas de ansiedad, también se utilizan psicoestimulantes para activar al paciente.

Al final de la segunda fase, después de un curso de 1 mes de estimulantes y tónicos y de un tratamiento psicotrópico continuado, los pacientes mejorados mental y sexualmente en la primera fase muestran una nueva mejora, con una reducción significativa de los sentimientos patológicos y un aumento del impulso sexual. En este contexto, la calidad de las erecciones, tanto espontáneas como adecuadas, aumenta en frecuencia y calidad.

La tercera etapa de las medidas de tratamiento y rehabilitación se centra en la readaptación sexual de las parejas. Para ello, se aplican métodos de terapia racional que incluyen consejos terapéuticos sexuales adaptados a las características individuales de la pareja en cuestión.

Un análisis de los cuadros clínicos de las disfunciones orgánicas muestra que los síntomas afectivos se reducen en primer lugar. Esto ya es un antecedente del creciente interés por la actividad sexual con una mayor frecuencia de erecciones espontáneas. La franqueza sexual aumenta en la segunda fase del tratamiento y se acompaña de una nueva mejora del estado psicológico con la nivelación de las sensaciones patológicas. En las primeras fases de la psicofarmacoterapia puede observarse en algunos pacientes un cierto empeoramiento de los síntomas sexuales en forma de erecciones más lentas y empeoradas y dificultades en la eyaculación, con una mejora posterior a partir de la 2ª o 3ª semana de tratamiento.

Tras la primera y la segunda semana, los pacientes notan una mejora del sueño, el estado de ánimo, la actividad y la calma. Los pacientes comienzan a ser más optimistas sobre la posibilidad de iniciar o reanudar la actividad sexual. En las últimas fases de la psicofarmacoterapia y de la terapia de activación sexual combinada con la psicoterapia, junto con una mejora del estado mental, también mejora el rendimiento sexual. Las erecciones espontáneas se renuevan, son más frecuentes y más fuertes, incluso en pacientes que han desaparecido al inicio de la psicofarmacoterapia.

A veces, la mejora de las erecciones espontáneas va acompañada de la aparición del acompañamiento libidinoso antes inherente. La mejora de las erecciones espontáneas va seguida de cambios positivos en la calidad de las erecciones adecuadas. Se observa una mejora adicional en la calidad del orgasmo y la función eyaculatoria. En el curso de la terapia antidepresiva, los diversos grados de aceleración de la eyaculación son sustituidos por la desaceleración, mientras que el retraso y la aneyaculación mejoran con la terapia de activación. La intensidad de la fricción y las sensaciones orgásmicas aumentan.

Conclusión:

Así, sobre la base del estudio del material clínico presentado se ha establecido que la aparición de disfunciones orgásmicas y trastornos de la libido están directamente conectados a un proceso psicopatológico. Observamos una diferencia significativa con respecto a otros grupos en la frecuencia de las disfunciones orgásmicas y libidinales combinadas y aisladas en los pacientes esquizotipicos.

A pesar de la evidente influencia de los síntomas negativos tanto en el orgasmo como en la libido, los pacientes de este grupo presentaban quejas persistentes de desaparición o distorsión de las sensaciones orgásmicas únicamente, sin participación de las alteraciones de la libido en su interpretación temática.

En otros grupos predominaron los trastornos combinados del orgasmo y la libido, lo que confirma la estrecha conexión de estos importantes fenómenos sexológicos en los niveles psicológico y fisiológico del ciclo copulatorio. Los rasgos identificados de la formación de disfunciones orgásmicas y su correlación clínica nos permiten fundamentar otras medidas psicocorrectivas.

El complejo de medidas de tratamiento-rehabilitación, que incluye métodos psicoterapéuticos y el uso diferencial de agentes farmacológicos, tiene como objetivo no sólo la normalización de la función sexual y la corrección de las relaciones de pareja, sino también la reducción de la sintomatología psicopatológica.

Literatura

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